Recuerdos de un hombre de toga

Francisco Poyatos López. Córdoba, 1979.
Recuerdos de un hombre de toga

Recuerdos de un hombre de toga

Después de leer este libro a uno le queda la sensación de que le hubiese gustado conocer a D. Francisco Poyatos.

Un hombre con un enorme sentido de la Justicia a la que sirvió como juez, fiscal y abogado.

Pero también un hombre con una grandísima experiencia de la vida, testigo de un siglo turbulento, al que acechó la envidia, el halago interesado, la ingratitud, incluso la malquerencia y la delación; pero que también se vio favorecido por el agradecimiento de justiciables y clientes, la admiración de compañeros, el reconocimiento de sus discípulos y la amistad de muchas personas.
Nos interesan especialmente sus estancias en Córdoba. La primera transcurrió entre 1928 y 1933, ejerciendo como teniente fiscal. Hizo amistad con el entonces teniente coronel Cascajo al estar hospedados en la misma casa, lo que probablemente fue decisivo para salvar su vida en el tormentoso primer trimestre de 1937. De Córdoba pasó destinado a Madrid donde le sorprendió la guerra. Perseguido, consiguió huir a París en avión. Allí se relacionó con numerosos exiliados, desde Alcalá Zamora a Pío Baroja, Zubiri y otros.

Cuando consiguió reunirse con su familia, evacuada en el torpedero argentino “Tucumán”, entró en zona nacional por Gibraltar con el propósito de dirigirse a Córdoba. Detenido en La Línea de la Concepción y conducido a Sevilla fue liberado gracias a las gestiones hechas cerca del general Queipo de Llano.

Llegó a Córdoba en el cénit del poder de D. Bruno, contra el que ya venía prevenido. El acoso y las acusaciones de “rojo” de un antiguo compañero le hizo seguir los consejos de amigos y familiares y marchó una temporada a Morón hasta la caída del todopoderoso Bruno Ibáñez. Fuera éste de la escena cordobesa, y nombrado para gobernador civil su antiguo amigo Eduardo Valera Valverde, nuestro hombre volvió a Córdoba. Dado que fue depurado y separado de la carrera fiscal se dedicó a la abogacía que ejerció con gran éxito.

Francisco Poyatos formó parte de esa exigua tercera España que se vio atrapada entre las otras dos. Como él mismo dice en el prólogo “mis enemigos consiguieron algo sorprendente, paradójico: que Franco me separase de mi carrera calificándome de rojo y que la República cometiese el mismo desaguisado por considerarme fascista”.