Memorias de un soldado locutor

Fernando Fernández de Córdoba. Ediciones Españolas, S.A. Madrid, 1939.

 

Memorias de un soldado locutor

Memorias de un soldado locutor

En julio de 1936, pocos días antes de estallar la sublevación, llegó a Córdoba un equipo de cine para rodar los exteriores de la película “El genio alegre”, basada en la obra homónima de los hermanos Álvarez Quintero. El equipo, a las órdenes del director Fernando Delgado, se alojaba en el hotel Simón, en la avenida del Gran Capitán.

Se rodaba diariamente en el cortijo “Casablanca”, próximo a Los Cansinos, alquilado a tal efecto. Del elenco de actores formaban parte Rosita Díez Gimeno, Fernando Fernández de Córdoba, Leocadia Alba, Alberto Romea, Anita Sevilla, Antonio Vico y Edmundo Barbero.

Resulta curioso que dos miembros del equipo de ideologías opuestas nos dejasen su visión del primer mes de guerra en Córdoba. Los libros de Fernández de Córdoba y de Edmundo Barbero (“El infierno azul”) son como las dos caras de una misma moneda y como tal hay que leerlos.

Fernández de Córdoba se alistó con los sublevados el mismo 18 de julio junto a Antonio Vico. En su relato se sitúa como espectador privilegiado de lo ocurrido tanto en el cuartel de Artillería como en el Gobierno Civil, y se atribuye un papel tal vez excesivo en la rendición del gobernador civil, Rodríguez de León. Cuenta la detención de Rosita Díaz Gimeno por haber hablado por teléfono con Negrín, al que llama “médico de la familia” aunque anteriormente deja entrever que la relación entre ambos era de otra índole.

En fecha indeterminada, pero en todo caso en la segunda quincena de agosto de 1936, dejó Córdoba en dirección a Sevilla para incorporarse como fotógrafo a las columnas que marchaban sobre Madrid.

En Córdoba debutó como locutor, leyendo ante los micrófonos una arenga y un poema de José María Pemán. Como sabemos, con posterioridad fue locutor de Radio Nacional de España y leyó el último parte de guerra.