En cualquier trabajo sobre la guerra civil española (GCE) no puede faltar el estudio de las víctimas. Transcurridos más de 75 años del final del conflicto hay mucho desconocimiento y mucha confusión. Se manejan las cifras demasiado alegremente, quizás porque se piense que nunca va a ser posible esclarecer totalmente el tema. Sin embargo, creo que estamos obligados a hacer todo lo posible para dar nombre a esas miles de personas anónimas que murieron en una guerra terrible.

Al plantearme estudiar las víctimas de la GCE en Córdoba capital me propuse incluir a todas las víctimas de la guerra en Córdoba, independientemente del bando a que pertenecieran, lugar de la muerte o cualquier otra circunstancia. La única condición era que su muerte estuviese documentada de alguna manera en Córdoba.

He diferenciado a las víctimas como “R” (republicano) o “N” (nacional), sin que ello conlleve la adscripción de la víctima a ese bando, simplemente se quiere expresar el bando que le dio muerte. Así, una víctima “R” es republicana pero sólo porque la mataron los nacionales, y al contrario.

La “D” cataloga a los “dudosos”. Veremos como personas con los mismos apellidos, hermanos, figuran en bandos distintos, porque uno de ellos fue fusilado por los nacionales en Córdoba y el otro fue víctima de los bombardeos aéreos republicanos sobre la ciudad.

En cuanto a la causa de la muerte observaremos que hay “fusilados”, que se corresponden con las víctimas de la represión nacional en la ciudad, además de un reducido grupo de personas muertas por “garrote vil”. A las personas heridas en la represión republicana en pueblos de la provincia que murieron en hospitales cordobeses les asigno como causa de muerte “fusilado por republicanos” o “muerto a hachazos”. Algunas de estas personas murieron lejos de Córdoba pero su muerte se registró en la ciudad. Hay víctimas de “bombardeo aéreo republicano” sobre la capital y también sobre pueblos de la provincia pero que murieron tras ser trasladados heridos a Córdoba. Algunos muertos por “bombardeo aéreo nacional” no lo fueron, evidentemente, en Córdoba, sino en Valencia o Albacete, pero su muerte se inscribió en la posguerra en el Registro Civil de Córdoba y ahí quedaron documentados. “Muerto en combate” hace referencia, sobre todo, a combatientes del bando nacional que murieron en los hospitales cordobeses a consecuencia de las heridas sufridas en el frente. No he incluido a los muy numerosos muertos por enfermedad, pero conservo sus nombres por si algún familiar se interesase por ellos. En algún caso hay alguna víctima “R” “muerto en combate”, se trata de combatientes republicanos heridos en acción de guerra y hechos prisioneros que murieron posteriormente en Córdoba a resultas de las heridas. Aún cuando es posible que muchos de los inscritos en el Registro Civil como “desaparecido” o “declaración de ausencia legal” muriesen los mantengo como desaparecidos en tanto no se pueda demostrar su muerte. En ocasiones tengo que mantener términos tan imprecisos como muerto “en la guerra” y similares porque se trata de casos bastante dudosos.

Los soldados marroquíes de los Grupos de Fuerzas Regulares Indígenas plantean un problema a la hora de listarlos por su nombre, muchas veces desconocido o de transcripción dudosa. El Registro Civil los solía anotar como “askari nº….” utilizando el número de filiación con que se les identificaba en el Ejército. He preferido mantener esa denominación siempre que ha sido posible. Otra dificultad ha sido la de las distintas grafías utilizadas para los apellidos dependiendo de las distintas fuentes, por lo que a la hora de hacer una búsqueda habrá que mirar en Jiménez pero también en Giménez, en Varona y Barona, etc.

 La fecha de la muerte que se incluye en cada ficha hay que entenderla como fecha más probable, dado que, a veces, aparece distinta en las diferentes fuentes consultadas.

 Para la confección del listado de víctimas de la guerra civil en Córdoba he trabajado con una base de datos en la que incluí, como punto de partida, la lista de fusilados que publicó Francisco Moreno Gómez en su obra “La guerra civil en Córdoba 1936-1939” (Ed. Alpuerto. Madrid, 1985). Tengo que agradecer muy sinceramente a D. Juan Galán Ruiz de Adana su preciosa ayuda para el diseño y mantenimiento de la base, así como a D. Joaquín Montoro Prieto por su paciencia al transcribir todos los nombres que figuran en la obra de Francisco Moreno Gómez, y a D. Luis de la Fuente Román (q.e.p.d.) por la aportación de su testimonio y valiosos recuerdos.

A partir de ahí se ha procedido a una revisión exhaustiva de las siguientes fuentes:

  1. Libros de registro de inhumaciones de los cementerios, que se conservan en el Archivo Municipal de Córdoba. Los libros del cementerio de S. Rafael son mucho más fiables, mientras que en los del cementerio de la Salud hay muchas omisiones que se compensaban por las anotaciones que el capellán-administrador del cementerio hacía en unos cuadernos adicionales donde se anotaban los “judiciales”. Francisco Moreno Gómez me facilitó gentilmente las fotocopias que hizo en su día de algunos de aquellos cuadernos, a los que incluso ya entonces les faltaban hojas. Esos cuadernos han estado perdido largos años, y si esta pérdida no ha sido definitiva ha sido por la tenacidad del investigador cordobés Juan Galán Ruiz de Adana que los localizó en dependencias de la empresa gestora de los cementerios cordobeses, CECOSAM. En la actualidad se encuentran también en el Archivo Municipal de Córdoba.
  2. Libros de defunciones del Registro Civil de Córdoba. Existían dos juzgados, el de la Izquierda y el de la Derecha, que se correspondían con los dos distritos en que se dividía la ciudad, y que poco antes del final de la guerra pasaron a denominarse número 1 y número 2, respectivamente. Muchas víctimas no fueron inscritas mientras que otras lo han sido hasta tres veces. En otros casos una persona fue registrada en dos ocasiones con nombres distintos, lo que da lugar a confusiones. Abundan los errores en las fechas de defunción y las víctimas son difíciles de rastrear, de forma que hay varios casos de personas nuevamente inscritas en los años 80 –al objeto de solicitar una pensión- por haber pasado inadvertida una anotación previa en los 40.
  3. Archivo de la antigua Prisión Provincial, que se conservaba en el Centro Penitenciario de Córdoba y que ha sido trasladado al Archivo Histórico Provincial. A pesar de que faltan las cajas correspondientes a septiembre de 1936 y agosto-septiembre-octubre de 1938, así como expedientes sueltos, se han obtenido los nombres de casi 400 fusilados no identificados en las fuentes anteriores. Con mucho es el archivo más fiable, los funcionarios de Prisiones llevaban las anotaciones de forma muy meticulosa, y los expedientes penitenciarios ponen de manifiesto los errores frecuentísimos del Registro Civil al fijar la fecha de la muerte.
  4. Otras fuentes: el Archivo de la Diputación Provincial conserva algunos de los libros de registro de salida de enfermos y heridos del extinto Hospital de Agudos, los cuales han proporcionado alguna información puntual. Las órdenes del día de la Plaza incluían noticias sobre la conducción de cadáveres de combatientes nacionales a los cementerios. De la prensa de la época se puede obtener alguna información, en particular sobre víctimas de los bombardeos aéreos y combatientes nacionales caídos, pero también resultan muy útiles las listas de detenidos que se publicaban hasta los primeros meses de 1937 porque muchos de estos detenidos acababan fusilados.

Al integrar en la base los datos obtenidos en las fuentes antes citadas he observado una serie de errores e inexactitudes en la lista de fusilados que publicó Francisco Moreno Gómez, por lo que considero necesario explicar por qué omito o modifico algunos de aquellos nombres.

Moreno Gómez cita como fusilado el 21-07-1936 (según libros de cementerios) a Joaquín Dobas Costa, 40 años, de San Sebastián de los Ballesteros. Pero en el Registro del Hospital de Agudos aparece Joaquín Doblas Costa como “FH” (“fallecido por heridas”), por lo que no parece ser un fusilado. Enterrado en la Salud el 21-07-1936.
En el Registro Civil consta Joaquín Doblas Costa, 40 años, natural y vecino de S. Sebastián de los Ballesteros. Falleció en el Hospital de Agudos el 20-07-1936 a las 5.00 horas por complicaciones de una herida (intervinieron los forenses y fue enterrado como judicial en el cementerio de la Izquierda, es decir, el de la Salud). Registrado en I-156-025 el 26-07-1936 (esta notación quiere decir juzgado de la Izquierda, tomo 156, folio 25). Por documentación del Archivo General Militar de Ávila (AGMAV) hemos confirmado que este hombre fue uno de los heridos por el falangista Juan José Camer Cuesta en S. Sebastián de los Ballesteros antes de ser muerto, a su vez, por los izquierdistas la tarde del mismo 18 de julio. También sabemos que fue elegido regidor del Ayuntamiento de San Sebastián de los Ballesteros en las elecciones del 31 de mayo de 1931.

José López Palomar, 52 años, natural de Carcabuey, fusilado el 21-07-1936, según  Moreno (libros de cementerios). Efectivamente, en el libro de la Salud aparece este individuo enterrado ese día, pero procedente del hospital de la Cruz Roja.
Registro Civil: José López Palomar, 52 años, natural de Carcabuey y domiciliado en Cañete de las Torres. Falleció en el Hospital de la Cruz Roja el 20-07-1936 a las 11.00 horas por un fuerte traumatismo (intervinieron los forenses y fue enterrado en el cementerio de la Izquierda). Registrado en I-156-026 el 26-07-1936. Sin más datos no se puede asegurar que su muerte esté relacionada con la guerra.

Rafael López Lucena, 15 años, natural de Espejo, fusilado (cementerios) el 22-07-1936. Este individuo figura también en el Registro del Hospital de Agudos como FH. Además, en el diario La Voz del 25-07-1936, dice: “Como consecuencia de un tiroteo en Espejo resultó herido de un balazo en el vientre Rafael López Lucena, que fue traído a Córdoba e ingresado en el Hospital de Agudos, donde se encuentra encamado”. Esto no se hacía con un “rojo”. Enterrado en la Salud el día 23. Registro Civil: Rafael López Lucena, 15 años, natural y vecino de Espejo, jornalero, soltero. Falleció en el Hospital de Agudos el 21-07-1936 a las 21.00 horas por complicaciones de una herida (forenses y enterrado en cementerio de la Izquierda). Registrado en I-156-027 el 26-07-1936.

Rafael Muñoz Nadales habría sido fusilado el 21-07-1936 según consta en el Registro Civil. Pero en la misma inscripción de fallecimiento hay una nota marginal fechada en marzo de 1953 en la que se ordena la anulación de dicha inscripción. Este hombre era conocido por el alias de “El Peteneras”, estuvo implicado en bastantes hechos delictivos y se le consideró uno de los autores del asesinato de José María Herrero Blanco la tarde del 18 de julio. Pero según consta en los archivos del Ministerio del Interior Muñoz Nadales consiguió evadirse de Córdoba en los primeros días de la guerra. Alistado en el Ejército Popular de la República llegó a capitán y desempeñó por algún tiempo el cargo de comandante militar de Valdepeñas. Al finalizar la guerra se ocultó en Barcelona bajo el nombre falso de Rafael Montoro Baglieto. Detenido en el verano de 1952 fue sometido a consejo de guerra por la causa 12.368/39 que se le había abierto por el delito de rebelión militar y en la que había sido declarado en rebeldía. El 9 de diciembre de 1953 fue condenado a la pena de treinta años de reclusión mayor, conmutada por la de veinte años de reclusión menor. Posteriormente le fueron aplicados varios indultos promulgados en años anteriores, de forma que fue puesto en libertad el 4 de agosto de 1954 toda vez que el consejo de guerra declaró como no probada su participación en el asesinato de Herrero Blanco. Murió en Barcelona en 1972.

José Martínez Porras, 35, figura como fusilado el 26-07-1936. También figura un individuo con ese mismo nombre como fallecido por heridas en el Registro del Hospital de Agudos y en la relación de heridos en los sucesos de Almodóvar (heridos por los frentepopulistas) que publica La Voz del 25-07-1936. Enterrado en la Salud el día 25.
En el Registro Civil figura inscrito José Martínez Porras, 35 años, natural y vecino de Almodóvar del Río. Falleció en el Hospital de Agudos el 25-07-1936 a las 5.00 horas por fractura de cráneo, posiblemente debida a un hachazo. Enterrado en el cementerio de la Izquierda. Inscrito en I-156-053 el 30-07-1936.

Muertos en el cortijo del Telégrafo: Moreno Gómez cita tres fusilados en este lugar el 29-07-1937, según libros de cementerios. Se trata de Alfonso Cano Coca, Francisco Molina Cañete y Juan López Rabadán. Sin embargo, en la lista del Registro Civil incluye, además, a Francisco Cañete Molina como fusilado en el mismo lugar el 26 de julio. He consultado el libro del cementerio de la Salud y en él figura Francisco Molina Cañete enterrado el día 29 junto a los otros dos. También aparece citado como ingresado el mismo día en el cuaderno donde el capellán-administrador, D. Ángel Onieva Molina, anotaba los judiciales ingresados. He repasado los libros de defunciones de 1936 del Registro Civil y he encontrado a Cano Coca, López Rabadán y Francisco Cañete Molina (cuñado del anterior). Sin embargo, en dos inscripciones casi consecutivas realizadas en la posguerra aparecen Francisco Cañete Molina y Francisco de Paula Cañete Molina, anotado por Moreno como fusilado el 29 de julio. De esta forma Moreno refunde ambas fuentes y obtiene cuatro fusilados en el cortijo del Telégrafo. Los apellidos cambiados no serían extraños en un pueblo (Luque, en este caso) donde las familias están muy entremezcladas. Pero estoy seguro que fueron tres, y no cuatro, los muertos en el Telégrafo, porque en el Archivo Municipal de Córdoba, signatura AMCO C2804, hay un escrito según el cual el 28-07-1936 fueron trasladados al cementerio de la Salud tres cadáveres encontrados en el cortijo del Telégrafo, y el traslado lo hizo algún servicio municipal tipo ambulancia, porque el juez (todavía civil) se dirige al Ayuntamiento para recabar datos sobre estos hechos. Por tanto, creo que procede eliminar de la lista a Francisco Molina Cañete y a Francisco de Paula Cañete Molina por ser un error del Registro Civil a la hora de inscribir a Francisco Cañete Molina. El error se pone de manifiesto cuando se ve que en las tres inscripciones figura el mismo nombre de la esposa, María López Rabadán. Queda por señalar que estas tres víctimas no fueron fusiladas, sino tiroteadas por una patrulla que se presentó a la que despertaron sospechas, según me informó en su día Isidoro Sánchez Baena, de Luque. Son víctimas de la guerra y las incluiré como tales, pero no fueron fusilados.

En el libro registro del cementerio de la Salud aparecen en las primeras semanas de la guerra una serie de nombres con la calificación de “judicial”, pero no todos ellos eran fusilados. Ciertamente ese término se aplica a muertes en las que intervinieron los forenses, pero al confrontar esos nombres con sus respectivas inscripciones en el Registro Civil e incluso con las informaciones de la prensa se aprecia que algunos fueron víctima de enfermedad, accidente o suicidio. Por estos motivos he suprimido los nombres de Juan Martínez Milán, José Madero Morales, Antonio Cobos Serrano, Consuelo Repiso Seoane, Niceto Alcalá Cobos y Antonio Amarillo Armenteros.

Una serie de personas que figuran como fusiladas en la obra de Moreno Gómez no lo fueron, sino que murieron como resultado de los bombardeos aéreos republicanos sobre la ciudad. En este caso tenemos a. Juan Montero Lázaro, Manuel Camacho Parejo, Rafaela Gálvez Cañero, José Trujillo Villalba, Dolores Ávila Romero, Andrés Cansino Caballero, José Padilla Gálvez, Luis Casares Medina, Concepción Raigón Gutiérrez,  Manuel Guillén Parrado y Antonio Ríos Aguilar.

Francisco Morales Valverde: de 42 años, natural de Montilla. Según Moreno fusilado el 19-08-1936. No aparece en los libros de cementerios ni figura como detenido en la prensa. El hijo de este señor me dijo que su padre no fue fusilado, pero advertido de que iban a detenerle huyó a zona republicana a través de la sierra. Tuvieron noticias suyas por una carta llegada por mediación de la Cruz Roja. Se encontraba en Madrid y se había alistado en el Cuerpo de Carabineros; posteriormente le perdieron el rastro, incluso alguien que volvió de la guerra les dijo que había sido visto durante la batalla del Ebro. He indagado en el Archivo de Salamanca y he encontrado que, efectivamente, se alistó en los Carabineros (Gaceta de la República nº 41 de 10-02-1937, p. 746). Ascendió a cabo por méritos de guerra estando destinado en la 3ª Brigada Mixta (Gaceta de la República nº 175 de 24-06-1937, p. 1353). Aparece, por última vez, en el Boletín Oficial del Instituto de Carabineros nº 24 de 28-10-1937, cuando fue ascendido a sargento con antigüedad de 28-07-1937, fecha en que murió en campaña. En esa fecha estaba recién terminada la batalla de Brunete, donde la 3ª B.M., integrada en la 34ª División del XVIII C.E. combatió duramente; parece ser que el día 28 ocupaba posiciones sobre la carretera de Las Rozas a El Escorial, km 12. En el Registro Civil de Córdoba está inscrita su declaración de ausencia legal, no inscripción de fallecimiento, en D-182-281.

Rafael Palacios Fernández: fusilado el 28-08-1936 según el Registro Civil de Córdoba (en D-165-278, inscripción practicada el 06-01-1939). En el Archivo General Militar de Ávila se conserva una nota del Servicio de Información y Policía Militar (S.I.P.M.) de fecha 18-09-1938 en la que se informa de los datos proporcionados por un evadido que había permanecido varios meses en la 162ª Brigada de Guerrilleros. Entre el personal destinado en la brigada cita a Rafael Palacios Fernández, llamado “El Resucitado”, conductor del jefe de la brigada. Este individuo es de Córdoba, barrio de la Ribera; estuvo prestando servicios en dicha capital en los primeros días del Movimiento y, según referencias suyas, por haber dejado despeñarse el coche que conducía con falangistas fue encarcelado en los calabozos del cuartel de Artillería de dicha población, de donde lo llevaron a fusilar con 7 ó 9 individuos más y dándole por muerto lo abandonaron en el campo de donde se fugó, presentándose en Villafranca de Córdoba, en las líneas rojas, con dos tiros, uno en sedal que le atravesaba un homoplato (sic) y otro que le produjo una herida contusa en el cuero cabelludo (que debió ser el tiro de gracia). Este individuo tiene la familia, mujer y dos hijas, padres y hermanos, en Córdoba y logró enlazar con la familia en ocasión de estar en una brigada de guerrilleros (entonces la Primera Compañía) cuando un grupo de ella fue a Córdoba con intención de volar la fábrica de Porras.

Hay otras personas que figuran inscritas en el Registro Civil como desaparecidas en los primeros momentos de la guerra. Teniendo en cuenta que en esos días fueron muchos los que consiguieron evadirse de Córdoba, como el anteriormente citado Morales Valverde, considero que sin tener otros datos no pueden contabilizarse como fusilados. En este caso incluyo a Juan Maestre García (D-173-238), José González Almagro (D-175-368), Juan Alcón Alcón (D-168-181), Juan Utrera Cámara (D-170-145), Juan Antonio Rodríguez Fernández (D-169-314) y Pedro Moreno Cebrián.

Otro caso especial es el de Vicente Lombardía Pérez (D-169-200), fusilado el 16 de octubre de 1936 según Moreno. En realidad, su inscripción registra una declaración legal de fallecimiento que debió tener lugar después del 16 de octubre. Según su expediente penitenciario fue conducido en esa fecha a Alcañices (Zamora) a disposición del gobernador militar de aquella provincia, sin que sepamos que le ocurrió después. Una petición de información al Ayuntamiento de Alcañices no obtuvo respuesta.

Emilio Valcárcel González, 60 años, enterrado el 23-08-1936 según Moreno (libro de cementerios). Pero en el libro de cementerios de la Salud (AMCO, L.6057) no hay nada que nos haga pensar en un fusilamiento; es más, anota que procedía de la c/ Fernández Ruano. Este señor, natural de Lucena, de 70 años, peluquero, domiciliado en c/ Fernández Ruano, falleció de muerte natural en su domicilio según inscripción del Registro Civil de Córdoba (Juzgado de la Izquierda, tomo 156, folio 140). Aparece la noticia de su muerte en el diario Guión de 28-08-1936, aunque confunde su segundo apellido y menciona el de su hijo, Emilio Valcárcel Enciso.

Juan de Dios Pérez Sánchez, 18 años, natural de Pedro Abad (Córdoba), comerciante. Según Moreno, pág. 742 y citando datos del Registro Civil, fusilado el 29-12-1936. Sin embargo, repasando el libro de entierros del cementerio de S. Rafael encuentro a Juan de Dios Pérez Sánchez, requeté de Córdoba, enterrado el 30-12-1936 en el cuadro de S. Marcial, reservado para combatientes nacionales. En el Registro Civil consta como fallecido en el Hospital Militar.

Antonio Cruz López: según la prensa era un miembro de las Milicias Nacionales de Sevilla y fue fusilado en el cuartel de Artillería ante la fuerza formada por intentar pasarse al enemigo durante la batalla de Lopera-Porcuna. Estamos ante un delito típicamente militar, que no podemos cargar a la cuenta de la represión aún cuando el fusilado fuese un frentepopulista camuflado.

Juan Manuel Vinos Marichica, a quien Moreno da como fusilado en septiembre de 1936 según datos del Registro Civil. En realidad, lo que consta en dicho Registro (D164-344) es que este hombre, de 32 años, natural de Córdoba, empleado, desapareció del pueblo de su residencia, Hinojosa del Duque, en septiembre de 1936. En esas fechas Hinojosa estaba en manos republicanas, lo que unido al hecho de que en la lápida de la tumba de Vinos Marichica en el cementerio de la Salud figura septiembre de 1936 como fecha de la muerte me hace pensar que fue muerto por republicanos. Sus restos fueron trasladados  a Córdoba después de la guerra y sepultados en el cementerio de la Salud el 18 de octubre de 1939.

Manuel Rodríguez Reyes: 29, años, lechero, de Alcolea, muerto el 25-07-1936 (cementerios) o el 24-07-1936 en el Registro Civil, donde figura como arriero de profesión. Efectivamente, estos datos los he comprobado; es más, D. Ángel Onieva, capellán y administrador del cementerio de la Salud, lo anota en el cuaderno de judiciales como “arriero de leche”, lo que unifica los dos oficios que le atribuye Moreno. En el Registro Civil está inscrito en D-158-060 (fecha de inscripción 29-07-1936) como muerto “en las inmediaciones del puente de Alcolea por heridas de arma de fuego”. Si bien el término “heridas de arma de fuego” se aplica a los fusilados al igual que otros del tipo “muerto a consecuencia de los actuales sucesos” no se refiere exclusivamente a los fusilados. Bien es cierto que aplicado a un pobre lechero nos hace pensar en un “paseo” nocturno, pero en la Sesión de la Comisión Gestora del Ayuntamiento de fecha 17-08-1936 se concede sepultura gratuita, entre otros, a Manuel Rodríguez Reyes. Los demás beneficiarios son militares o miembros de las milicias nacionales muertos en acción de guerra, ¿por qué se le iba a conceder a un arriero “rojo”? Es más, repasando el libro de la Salud lo encuentro sepultado en el cuadro de S. Nicolás, en la tumba contigua a la de José Martínez Porras, víctima de los frentepopulistas de Almodóvar, cuando hubiera sido de esperar que fuese inhumado en la fosa común. Otro indicio importante: en Guión de 28-07-1936, y bajo el título “Varias notas de la Alcaldía” dice: “Los conductores de leche. Se pone en conocimiento de todos los encargados de conducir leche para el abastecimiento de la capital, que procedan de fincas enclavadas en la Sierra y que tengan que transitar por la carretera de Villaviciosa, que deberán reunirse diariamente a las cinco de la mañana, en el sitio denominado Lagar de la Cruz, al objeto de que sean protegidos por la fuerza armada que determine la Superioridad, de cualquier posible coacción. Haciendo saber que siendo el producto de que se trata indispensable para enfermos y heridos, será castigado con las más severas penas todo aquel que dificulte la llegada a su destino en las más perfectas condiciones, quien ejerciendo cualquier género de coacción o abandonando el servicio”. Tan importante era el suministro de leche y a tal extremo llegó la escasez que uno de los primeros convoyes que llegaron a Córdoba desde Sevilla traía varias cajas de leche condensada. Es posible que haya que cargar esta muerte a frentepopulistas partidarios de la huelga general revolucionaria.

Francisco Ariza Luque, natural de Baena, 40 años, soltero. Según el Registro Civil (I-156-288) falleció por heridas de arma de fuego el 14-09-1936 pero en el Hospital de Agudos, lo que suscita serias dudas de que sea un fusilado. Enterrado en la Salud.

Antonio Hurtado Chamizo y Antonio Hurtado de Rojas son una misma persona llamada Antonio Hurtado de Rojas Chamizo, según consta en nota marginal en su inscripción en el Registro Civil (D-170-165).

Otro caso análogo es el de Alejandro Ángel Abad Montes y Ángel Abad Morales, en cuyas inscripciones en el Registro Civil aparecen los mismos nombres para la esposa e hijos. Se ha comprobado en el padrón de 1935 que quien habitaba en Conde de los Arenales nº 6 era Ángel Abad Morales, por lo que se ha suprimido el nombre de Alejandro Ángel Abad Montes.

Una nueva duplicidad encontramos en el caso de José Ruiz Albar y José Ruiz Albarca. Contrastando libro de cementerios y Registro Civil llegamos a la conclusión de que son la misma persona, a la que asignamos el segundo apellido de Albarca por figurar así en el Registro Civil.

Rufino Moreno Nove, fusilado el 16-10-1936 según Moreno Gómez, fue encontrado muerto (“el que apareció cadáver”) según inscripción hecha en D-165-080 el 25-10-1938, donde se especifica que fue enterrado el 16-10-1938 en el cementerio de S. Rafael, lo que coincide con lo expresado en el libro he dicho camposanto. La inscripción se basa en un oficio del teniente juez instructor de la 31ª División, 1ª Brigada. Las diligencias previas nº 3413 de octubre de 1938, instruidas por este teniente, dejan claro que el soldado republicano Rufino Moreno Nové murió ahogado en el Guadalquivir.

Soy consciente de que el listado que se presenta contendrá errores y omisiones, por lo que pido disculpas anticipadamente. El trabajo de búsqueda y depuración de datos continúa, y agradeceré cualquier información, indicación o rectificación que se me quiera hacer siempre que esté debidamente justificada y/o documentada.

Finalmente sólo me queda expresar mi agradecimiento a las personas que no he mencionado hasta ahora pero que han prestado una ayuda importantísima para la elaboración de la base de datos: directora y personal del Archivo Municipal, del Archivo Histórico de la Diputación Provincial y del Registro Civil de Córdoba, así como a la Sra. Directora General de Instituciones Penitenciarias,  directora y personal del Centro Penitenciario de Córdoba.