Producción: Dos de Catorce y Áralan Films escrita y dirigida por Guillermo de Rojas en 2008.

“La patrulla perdida” es un cortometraje que relata las actividades de un grupo de guerrilleros republicanos en la provincia de Córdoba durante el mes de diciembre de 1936.

Se trata de una producción Dos de Catorce y Áralan Films escrita y dirigida por Guillermo de Rojas en 2008. Ángel Ridao, Félix Gómez, William Miller, Fernando Gómez, Fabio Arrante, Esteban Garrido y Jaime Martín dan vida a los guerrilleros protagonistas. A destacar la colaboración especial del buen actor que es Pedro Casablanc, que poco puede sacar a un personaje de cartón piedra en una brevísima aparición.

La acción comienza en un olivar una noche de finales de diciembre de 1936, varios días después del comienzo de la ofensiva llamada “de la aceituna”. El grupo guerrillero, cuyo objetivo es el ferrocarril entre Córdoba y Villa del Río, topa con el enemigo y se dispersa tras sufrir varias bajas, entre ellas el sargento jefe.

En este momento notamos en el desarrollo de la película algunas cosas que no cuadran.  La acción se desarrolla en diciembre pero el rodaje se hizo en julio; algún protagonista aparece con un pesado capote de la época mientras que otro sale en mangas de camisa. Parece que el director no logró imponer mucho orden. Las imágenes nocturnas están muy conseguidas y los disparos suenan reales, pero entre el variopinto armamento se cuelan algunos gazapos, como la pistola Walther P-38 y el subfusil Thompson M-1 modelo de 1941, que no podían estar disponibles en la época en que se desarrolla la acción. También rechina la radio que portan, que era un lujo inalcanzable en aquellos tiempos.

Un flash back nos retrotrae a la preparación de la operación en “el cuartel general del XIV Cuerpo de Ejército veinticuatro kilómetros al norte del frente de Porcuna”. Grave error por falta de un trabajo previo de documentación y de un asesoramiento adecuado, pues el XIV Cuerpo de Ejército de Guerrilleros se crearía un año más tarde. En diciembre de 1936 los guerrilleros funcionaban en forma casi espontánea y se estaba comenzando a organizarlos en compañías con la ayuda de asesores soviéticos.

En ese cuartel general aparece una enfermera que cuida a un guerrillero herido y mutilado. Habla con otro que va a salir en la misión, está preocupada por los riesgos que ha de correr y le dice que va a rezar un rosario. Aquí al espectador le entra la risilla floja al pensar en las consecuencias que esa frase podía tener para la enfermera en aquel tiempo y lugar.

Vuelta al presente. Los guerrilleros supervivientes deciden continuar con la misión y atraviesan un puente ferroviario que reconocemos como el de Mirabueno, “el puente hierro” para los cordobeses que, por cierto, en la realidad fue objetivo codiciado para los guerrilleros, que intentaron volarlo sin éxito en dos ocasiones.

Las siguientes escenas, con combate incluido, están rodadas en una antigua fábrica situada junto a la estación de Lora del Río. Los guerrilleros son cazados implacablemente y sólo sobreviven dos, uno de ellos herido que salva su vida momentáneamente al intercambiar su ropa por el uniforme de un soldado enemigo muerto. El otro guerrillero consigue huir y accionar la carga explosiva justo al paso de un tren.

A pesar de los fallos apuntados, fácilmente subsanables con un adecuado asesoramiento, el corto gusta y sabe a poco, aunque sólo sea por tratar un tema tan interesante y desconocido para el gran público como es el de las actividades de los guerrilleros republicanos.